Un cura que canta, baila y ha vendido casi cuatro millones de discos

J.L. CABA

Se llama Marcelo Rossi y es cantante. Podríamos pensar que estamos ante un nuevo intérprete de canciones de amor, pero lo sorprendente es que este hombre, que ha vendido la friolera de tres millones setecientas mil copias de su primer disco, es sacerdote. El padre Marcelo es brasileño y ha desarrollado toda su labor eclesiástica en Brasil. Sus seguidores se cuentan por millones y sus misas son tan multitudinarías que cualquier parroquia se queda pequeña. En la actualidad, celebra la Eucaristía en un salón de baile adaptado, donde caben 25.000 personas y ha llegado a congregar a más de 120.000 fieles en
el campo de fútbol de Maracaná, en Río de Janeiro.
Durante sus misas, el padre Marcelo canta y baila, y los sacristanes le hacen la coreografía. Con granjas abiertas para la rehabilitación de drogadictos, con centros de enseñanza y creación de empleo para los necesitados, pronto visitará España.
-¿De dónde le viene esa idea de cantar?
-Desde siempre, porque creo que la música sale del alma y es una manera de alegrar a la gente.
-¿Cuándo se ordenó sacerdote?
-El 1 de diciembre del 94 y desde mi primera misa, empecé a cantar.
-¿Siempre quiso ser sacerdote?
-No. Yo me formé como profesor de educación física y era una persona muy dedicada a mi cuerpo. De pronto, con la muerte de uno de mis primos, descubrí que mi vocación estaba en la Iglesia.
-¿Qué ha ganado al cantar en sus misas?
-He conseguido que multitud de jóvenes que estaban apartados de la Iglesia vuelvan a ella.
-Habrá quien piense que se está enriqueciendo a costa de la venta de sus discos...
-Todo el dinero que gano con la venta de mis discos se destina a obras diocesanas.