Beeeee sostenido

En la película Babe, el cerdito valiente los animales mantenían conversaciones y el propio Babe era capaz de pastorear un rebaño. En 101 Dálmatas todos los perros de la cuidad hacían gala de una gran habilidad comunicativa. Pero eso era ficción.
Ahora, 300 ovejas churras, sin necesidad de ordenadores ni guinistas de Hollywood, han protagonizado un concierto único en el mundo que ha tenido por escenario el valle de La Horcada, en Bercianos del Real Camino. Aunque pueda sonar a Chirigota, lo cierto es que este singular rebaño, comandado por el pastor Felipe Quintana, lanzó a los cuatro vientos los sones hilvanados por multitud de cencerros de distintos tamaños. Y nadie puede negar que eso es música y que los únicos intérpretes son las ovejas. Para los profanos, ese sonido resultó similar a cualquier rebaño trashumante recorriendo cualquier cañada, pero se daban una serie de connotaciones que complicaban esa versión escueta. "Este proyecto reúne una serie de claves interesantes, como la vivencia del paisaje, elementos antropológicos como son los cencerros o la figura del pastor, y se produce una fusión entre arte, vida y sociedad", señaló uno de los organizadores, Carlos de la Varga.



Felipe vuelve a casa con las orejas sonando es el título de esta composición, ligeramente programada pero con altas dosis de azar, que ya ha quedado grabada en un CD para la posteridad.



La idea, que se le ocurrió a este pastor, ha sido organizada por el Centro de Operaciones Land-Art. El apeadero, una asociación que promueve originales apuestas artísticas, normalmente en torno a la naturaleza, y que pretende rehabilitar el inutilizado apeadero de Bercianos para hacer "un museo sin muros".



Precisamente con motivo del concierto, dicho servicio ferroviario volvió a ser usado en un viaje especial programado por Renfe para la ocasión. En medio de una lluvia y un viento infernales, unas 500 personas presenciaron la cencerrada, que ha suscitado una gran expectación como demostró la presencia de los reporteros de Crónicas marcianas.



Dos horas

Aunque el atractivo musical quedara un poco difuminado por las adversidades climatológicas, la exeriencia sirvió para que la gente comprobara cómo es la vida de un pastor durante las casi dos horas que duró el recorrido, al lado de la ovejas, desde el valle hasta el redil.



"Al acercarse mucho al rebaño, pueda sonar como cualquier cencerro, pero al que sabe distinguir le suena distinto. Esto es una bomba si lo coges al lado, tiene que ser desde lejos", señaló Felipe Quintana, contento con la experiencia y con el comportamiento de sus ovejas "que estaban nerviosas porque sufren con la cencerra y además están acostumbradas a estar solas, sin gente". Los cencerros, que estaban agrupados por su tamaño y su sonido grave o agudo, se encargaron especialmente para el concierto en Montehermoso (Cáceres) y Astorga.
El concierto se repetirá hoy en Sahagún.